La comunidad internacional lleva décadas discutiendo sobre la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional. En Naciones Unidas, la gran mayoría de sus Estados miembro abogan por cambios en materia de financiamiento y deuda. El 82% de los países en desarrollo ha expresado que tienen una gravísima preocupación por esta materia. Es un debate vasto, complejo y que no deja de ganar relevancia en cada una de las citas globales.
Lo hemos visto durante la pasada presidencia brasileña del G20. La Declaración de Río de Janeiro ha incluido, temas clásicos como la inclusión social, la lucha contra la pobreza o el cambio climático junto a otros como la idea de un impuesto mínimo global, que contribuya a compensar los problemas generados por la desigualdad y por la concentración de riqueza, o la necesidad de avanzar en la reforma de la gobernanza global.
Lo veremos en la IV Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en Sevilla el próximo verano, un encuentro de un peso excepcional para marcar las decisiones de futuro en este terreno. Un esfuerzo colectivo en momentos de fragmentación e incertidumbre.
La Comunidad Iberoamericana sigue de cerca y participa activamente en este debate. Durante el mandato de mi antecesora, Rebeca Grynspan, desde la Secretaría General Iberoamericana se abogó por avanzar en el uso de los derechos especiales de giro para ayudar a paliar las necesidades de financiación provocadas por la pandemia del coronavirus. Se trataba entonces de establecer mecanismos para que los países que no necesitasen los DEG pudieran canalizarlos a quienes sí lo necesitaban. Esta idea se materializó en 2022 con la creación del Fondo Fiduciario para la Resiliencia y la Sostenibilidad del Fondo Monetario Internacional.
Ahora estamos trabajando para seguir aportando al debate global, buscando acercar posturas hacia una posible posición común en temas relacionados con la medición del desarrollo a través de indicadores que vayan más allá del PIB. Nuestra larga experiencia y conocimiento en cooperación sur-sur y triangular nos ofrece una plataforma única para poder generar consensos en estas materias.