pensamiento iberoamericano

Revista de la Secretaría General Iberoamericana


Volver a lo compartido

Andrés Allamand

Secretario General Iberoamericano

La Comunidad Iberoamericana asume como propia la riqueza de la “unidad en la diversidad”, de ser “una cultura de culturas”, de ser un espacio privilegiado para “hablar con franqueza de nuestras discrepancias… pero siempre desde el respeto basado en la amistad”. Así lo recordaba recientemente Su Majestad Felipe VI.

Tras estas palabras subyace la idea del Encuentro. 

Ya se habló en la primera Cumbre que tuvo lugar en Guadalajara, México, allá por 1991, del encuentro entre dos mundos. Encuentro que dio lugar a un notable mestizaje. Encuentro del que arranca una historia común. Encuentro que ha gestado un valioso acervo. 

La idea del encuentro entre pueblos hermanos es, quizás, en estos tiempos de fragmentación y antagonismos más importante que nunca. El encuentro iberoamericano permite distinguirnos en un mundo en que explotan los conflictos, se ciernen amenazas, se perpetúan injusticias. El encuentro iberoamericano es el que permite la solidaridad y la cooperación entre nuestras naciones emplazadas en ambas riveras del atlántico. El encuentro Iberoamericano es el que permite, en tiempos de diferencias, alcanzar consensos: en tiempos de fragmentación, aportar unidad; en tiempos de división, impulsar cohesión; en tiempos de acciones individuales, apostar por los proyectos colectivos; en tiempos de animadversión, confiar en la armonía; en tiempo de tensiones, insertar concordia, en tiempos de diferencias dar pasos a la argumentación, pero no a la exclusión. 

Sería absurdo ignorar que la región vive tiempos convulsos. 

La inseguridad se ha instalado como la principal preocupación en muchos países, minando la confianza de las y los ciudadanos en la democracia y el Estado, y lo que es peor, entre ellos mismos.

El crecimiento económico no va a alcanzar, según las proyecciones, un ritmo que permita seguir creando oportunidades, sacar a la gente de la pobreza y ofrecer perspectivas de un futuro mejor. América Latina se enfrenta a una nueva década perdida. 

La política está asediada por la fragmentación y la polarización. La consecuencia de ello es la gran dificultad para generar consensos, lo que frena las reformas que podrían sentar nuevas bases de prosperidad y convivencia. 

La sociedad pasa por una etapa en que la fe en el progreso parece haber dado lugar al escepticismo, la indignación irrumpe como el motor de las demandas ciudadanas e incluso la violencia admite grados de tolerancia. 

Pero los anteriores no son rasgos exclusivos de la región. También el mundo vive tiempos convulsos.

La guerra ha vuelto a surgir como medio para dirimir las diferencias, con el consiguiente irreparable costo en vidas humanas.

La incertidumbre sobre lo que está por venir condiciona negativamente las inversiones y reduce las expectativas de crecimiento.

Las instituciones nacidas como instancias globales están cada día más cuestionadas. La paradoja es evidente: mientras más amenazas surgen de los efectos del cambio climático y la degradación de la naturaleza, mientras más claro va quedando que las nuevas tecnologías -entre las que destaca la IA- traen beneficios, pero también pueden volverse contra nosotros, mientras más evidente es que el crimen organizado afecta significativamente la convivencia, más debilitadas están las instituciones internacionales creadas para conjurar tales fenómenos. El mundo necesita más y no menos multilateralismo, cooperación y solidaridad. 

Desde la Secretaría General seguiremos construyendo puentes que acercan posiciones, creando espacios de diálogo y cooperación que fortalezcan a todos, proyectando el español y el portugués como lenguas de trabajo internacionales y también científicas, y generando oportunidades que abran nuevos horizontes para nuestros ciudadanos.

Porque a pesar de lo convulso de los tiempos, la Secretaría General ha seguido funcionando con pleno ímpetu. Y lo ha hecho a través de una cooperación que no se detiene, a través del trabajo de un conjunto de redes que no deja de crecer, a través del compromiso de sus empresarios, actores de la sociedad civil y alcaldes, que se renueva constantemente, y  a través del valioso trabajo de los Organismos Iberoamericanos: la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI); la Organización Iberoamericana de Seguridad Social (OISS), la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos (COMJIB) y el Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica (OIJ).

Por eso es momento de reivindicar Iberoamérica. De aprovechar un trabajo de más de 30 años en los que ha prevalecido la búsqueda de consensos y en los que se han generado avances con un impacto real en la vida de las personas. 

Es el momento de proyectar lo que nos une: un acervo compartido, una cooperación única, una institucionalidad consolidada. Es el momento de seguir generando derechos y oportunidades para construir una verdadera ciudadanía iberoamericana.

Es más importante que nunca volver a las raíces, a lo que nos une… Volver a lo compartido. Solo a través de lo compartido podremos proyectar este valioso proyecto que es la Comunidad Iberoamericana hacia el futuro, y hacer oír nuestra voz de paz, democracia y anhelos de progreso en el escenario internacional.

Esta no es la hora de la resignación, sino de la ambición. Aprovechemos lo que hemos construido a lo largo de décadas, reforcemos lo que sabemos que nos beneficia a todos, y sigamos creciendo para hacer frente juntos a los grandes desafíos que tenemos por delante. 

Discurso pronunciado por el Secretario General Iberoamericano, Andrés Allamand, en el acto de apertura de la XIX Cumbre Iberoamericana de Cuenca, Ecuador, 14 de noviembre de 2024.

Andrés Allamand:

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